Capítulo 8
Las caras de la coima.
¿La ideología de su empresa escapaba a las generales del capitalismo?.¿ Su forma de coimear era burda o delicada?
La delicadeza siempre fue mi estilo. Recuerdo la llegada de Los Plateros a Córdoba. En esa oportunidad reservé entradas en el Gran Rex para tres gerentes de compras, sus mujeres y sus hijos. Era una inversión de la empresa, gastos de representación que le dicen. Contrariamente a lo que gastan los políticos, yo rendía cuentas. En el verano del setenta llegó una vedette a Carlos Paz, no puedo asegurar si era la Lobato o Adriana Aguirre. Contraté una suite en el Mónaco Hotel para que se alojara el gerente de una importante empresa autopartista de Santa Fe. Fue la turné más grande que ofrecimos; incluyó paseos por el lago, entradas al casino y al teatro.
Además de ser Vicepresidente del Directorio era Gerente de Ventas. Con el primer cargo participaba en el dictado de las políticas empresariales y a través del segundo las ejecutaba. Gozaba de poderes casi absolutos y a ninguno de mis socios se le ocurrió pensar que con ese poder podría vaciar la empresa. Sin ser universitario, tenía ese carisma que hacía que delegaran en mi, el aspecto de la negociación. Me sentía un rey.
¿Usted sabe que los árabes aunque estén de acuerdo, vendedor y cliente, tienen que negociar? A veces piden un precio exorbitante por una bagatela y aunque el comprador acceda al mismo, no se la venden sin regatear primero. Se establece un juego de habilidades, de seducción mutua.
Sí, lo sabía. El gerente de compras de una importante firma local solía decirme que él tenía la obligación de comprar en las mejores condiciones, pero que yo, con mi argumentación sobre el precio del producto, no le dejaba margen para la discusión. De esa manera, ante los demás directivos, su gestión no obtenía ventajas. Me pidió que aceptara una crítica constructiva. Nos citamos al día siguiente en un bar El Mendocino con sus famosas empanadas de carne con cebollas de verdeo. Tenés claridad en la exposición, lográs imponer tus condiciones, me dijo, pero no me dejás margen para pedir una rebaja. Igual que al jabalí, si lo encerrás sin posibilidad de escape, lo más probable es que mueras. Es una mala forma de negociar, no me dejás demostrar mis capacidades, algún logro, unos puntos de ganancia para mi empresa. Si te movieras en la franja entre ciento diez y noventa por ejemplo, podríamos llegar a una acuerdo beneficioso para ambos. Acepté la observación, por eso cuando lo invitaba a la casa de Don Francisco, le hacía una cargada metafórica sobre lo que me había enseñado. Si te parece bien, te doy una franja de posibilidades: asado, pasta o pescado.
La delicadeza siempre fue mi estilo. Recuerdo la llegada de Los Plateros a Córdoba. En esa oportunidad reservé entradas en el Gran Rex para tres gerentes de compras, sus mujeres y sus hijos. Era una inversión de la empresa, gastos de representación que le dicen. Contrariamente a lo que gastan los políticos, yo rendía cuentas. En el verano del setenta llegó una vedette a Carlos Paz, no puedo asegurar si era la Lobato o Adriana Aguirre. Contraté una suite en el Mónaco Hotel para que se alojara el gerente de una importante empresa autopartista de Santa Fe. Fue la turné más grande que ofrecimos; incluyó paseos por el lago, entradas al casino y al teatro.
Además de ser Vicepresidente del Directorio era Gerente de Ventas. Con el primer cargo participaba en el dictado de las políticas empresariales y a través del segundo las ejecutaba. Gozaba de poderes casi absolutos y a ninguno de mis socios se le ocurrió pensar que con ese poder podría vaciar la empresa. Sin ser universitario, tenía ese carisma que hacía que delegaran en mi, el aspecto de la negociación. Me sentía un rey.
¿Usted sabe que los árabes aunque estén de acuerdo, vendedor y cliente, tienen que negociar? A veces piden un precio exorbitante por una bagatela y aunque el comprador acceda al mismo, no se la venden sin regatear primero. Se establece un juego de habilidades, de seducción mutua.
Sí, lo sabía. El gerente de compras de una importante firma local solía decirme que él tenía la obligación de comprar en las mejores condiciones, pero que yo, con mi argumentación sobre el precio del producto, no le dejaba margen para la discusión. De esa manera, ante los demás directivos, su gestión no obtenía ventajas. Me pidió que aceptara una crítica constructiva. Nos citamos al día siguiente en un bar El Mendocino con sus famosas empanadas de carne con cebollas de verdeo. Tenés claridad en la exposición, lográs imponer tus condiciones, me dijo, pero no me dejás margen para pedir una rebaja. Igual que al jabalí, si lo encerrás sin posibilidad de escape, lo más probable es que mueras. Es una mala forma de negociar, no me dejás demostrar mis capacidades, algún logro, unos puntos de ganancia para mi empresa. Si te movieras en la franja entre ciento diez y noventa por ejemplo, podríamos llegar a una acuerdo beneficioso para ambos. Acepté la observación, por eso cuando lo invitaba a la casa de Don Francisco, le hacía una cargada metafórica sobre lo que me había enseñado. Si te parece bien, te doy una franja de posibilidades: asado, pasta o pescado.
Capítulo 9
Dios y las ficciones no mueren.
Había sido educado con el punto de vista de lo absoluto. La existencia de mi verdad implicaba la imposibilidad de existencia de otra verdad sobre el mismo tema. Mi padre, europeo de finales del siglo diecinueve, desarrolló su actividad docente en Córdoba a principios del siglo veinte. Este cabalgamiento de siglos parece no significar nada en materia de apertura del pensamiento, por lo menos en lo inmediato, o bien los tiempos de cambios eran lo suficientemente lentos para no notarse entre una generación y otra.
Me eduqué en un colegio confesional católico, con los mismos programas que usaba mi padre en el Montserrat, elaborados en base a la educación europea. Se incursionaba en filosofía, lógica, ética. Nos enseñaban que si nosotros teníamos la verdad no podía existir otra verdad simultáneamente, porque eso era una incongruencia. También nos ejercitaban en demostrar la existencia de una y única verdad a través del absurdo. Supongamos: Dios no existe, esa era la hipótesis. Si esto es cierto todo lo existente no fue creado por nadie, se hizo solo. Esta hipótesis, en aquel momento, iba en contra de que toda criatura tiene un creador. Entonces la hipótesis de que Dios no existe es falsa. En aquella época este razonamiento, así de taxativo, era demoledor para el adversario.
Polo, la existencia de Dios es todo un tema. Quiero dejar enunciado un pensamiento de alguien muy lúcido, lamentablemente no recuerdo su nombre ni el lugar donde lo leí y dice: Dios y las ficciones no mueren. Mueren los animales que nos rodean pero las bestias mitológicas, no.
Respecto a la verdad ¿No le parece, a usted, que la multiplicidad de miradas sobre un mismo tema es enriquecedora, no excluyente, ya que acepta lo diferente y lo incorpora?. Cuanto más amplio es el aporte en pensamientos u opiniones, más son las posibilidades de aproximarnos a esas verdades posibles, que no es única. Si pudiéramos llevar a la práctica esta forma horizontal de ver las cosas, dejaríamos de competir y quizás fuera posible revertir el modelo vertical y autoritario. Algún día llegará. Para mí la utopía no ha muerto, es lo no realizado aún. A propósito el hombre primitivo representaba en su obra un animal u objeto desde múltiples puntos de vista simultáneamente, a igual que el chino da a conocer su armonía taoísta con un diagrama circular conteniendo el positivo y el negativo como opuestos complementarios. Ambos descartan la visión monofocal y construyen complejidad. Tal como les resuena el afuera, que de por sí es complejo, así lo manifiestan, actúan de cajas de resonancia. Mientras que la visión monofocal trata de simplificar, ellos multiplican en el intento de retomar la percepción total o casi total. Hacen reflejo de la naturaleza polifacética del hombre y del espacio que lo rodea. Desde las comunicaciones se intenta atrapar el mundo en red. Italo Calvino anhelaba escribir a modo de un cristal poliédrico. Son anhelos de completud que están en el deseo de todo ser humano, pero aceptar que algo falta es lo que permite crear. Algo de la obra queda inconclusa; uno decide concluir, se la abandona. Juan L. Ortiz, poeta entrerriano, decía que el poema se inicia con puntos suspensivos y termina con puntos suspensivos.
No olvidar que lo diverso y particular evita el error de un pensamiento globalizado.
Lo difícil es ponerlo en práctica en el día a día, uno no escucha, quiere imponerse. Necesitamos dominar al otro para sentirnos satisfechos y de esta manera, volvemos a la postura vertical.
No puedo precisar cuando cambié la forma de ver las cosas. Fue un proceso, creo que empezó con la lecturas de pensadores orientales. Tampoco sé cuando empecé a beber. Puedo saber que al recibirme de bachiller tomamos champaña pero no puedo decir que esa primera vez marcó el inicio de mi adicción.
El punto es sólo eso, un punto, lo planta a uno en una posición fija, en cambio la franja es una sucesión de puntos posibles. Sostener el punto es mantenerse rígido e inflexible y también frágil como un ladrillo, la caña en cambio es flexible, se dobla pero no se quiebra.
Pasaron años antes de comprender y aceptar que el pensamiento único es rígido y que la agresión surge en consecuencia. El mejor ejemplo de intolerancia lo vemos hoy en el mundo, tanto de uno como de otro lado, escondiendo un pensamiento llamado fundamentalista debajo de tintes católicos o musulmanes.
¿Ese león enjaulado que despertaba en su casa después de cada borrachera era manso o agresivo?.
Le pregunté a mis hijos.
Capítulo 10
Algo anda mal.
Me eduqué en un colegio confesional católico, con los mismos programas que usaba mi padre en el Montserrat, elaborados en base a la educación europea. Se incursionaba en filosofía, lógica, ética. Nos enseñaban que si nosotros teníamos la verdad no podía existir otra verdad simultáneamente, porque eso era una incongruencia. También nos ejercitaban en demostrar la existencia de una y única verdad a través del absurdo. Supongamos: Dios no existe, esa era la hipótesis. Si esto es cierto todo lo existente no fue creado por nadie, se hizo solo. Esta hipótesis, en aquel momento, iba en contra de que toda criatura tiene un creador. Entonces la hipótesis de que Dios no existe es falsa. En aquella época este razonamiento, así de taxativo, era demoledor para el adversario.
Polo, la existencia de Dios es todo un tema. Quiero dejar enunciado un pensamiento de alguien muy lúcido, lamentablemente no recuerdo su nombre ni el lugar donde lo leí y dice: Dios y las ficciones no mueren. Mueren los animales que nos rodean pero las bestias mitológicas, no.
Respecto a la verdad ¿No le parece, a usted, que la multiplicidad de miradas sobre un mismo tema es enriquecedora, no excluyente, ya que acepta lo diferente y lo incorpora?. Cuanto más amplio es el aporte en pensamientos u opiniones, más son las posibilidades de aproximarnos a esas verdades posibles, que no es única. Si pudiéramos llevar a la práctica esta forma horizontal de ver las cosas, dejaríamos de competir y quizás fuera posible revertir el modelo vertical y autoritario. Algún día llegará. Para mí la utopía no ha muerto, es lo no realizado aún. A propósito el hombre primitivo representaba en su obra un animal u objeto desde múltiples puntos de vista simultáneamente, a igual que el chino da a conocer su armonía taoísta con un diagrama circular conteniendo el positivo y el negativo como opuestos complementarios. Ambos descartan la visión monofocal y construyen complejidad. Tal como les resuena el afuera, que de por sí es complejo, así lo manifiestan, actúan de cajas de resonancia. Mientras que la visión monofocal trata de simplificar, ellos multiplican en el intento de retomar la percepción total o casi total. Hacen reflejo de la naturaleza polifacética del hombre y del espacio que lo rodea. Desde las comunicaciones se intenta atrapar el mundo en red. Italo Calvino anhelaba escribir a modo de un cristal poliédrico. Son anhelos de completud que están en el deseo de todo ser humano, pero aceptar que algo falta es lo que permite crear. Algo de la obra queda inconclusa; uno decide concluir, se la abandona. Juan L. Ortiz, poeta entrerriano, decía que el poema se inicia con puntos suspensivos y termina con puntos suspensivos.
No olvidar que lo diverso y particular evita el error de un pensamiento globalizado.
Lo difícil es ponerlo en práctica en el día a día, uno no escucha, quiere imponerse. Necesitamos dominar al otro para sentirnos satisfechos y de esta manera, volvemos a la postura vertical.
No puedo precisar cuando cambié la forma de ver las cosas. Fue un proceso, creo que empezó con la lecturas de pensadores orientales. Tampoco sé cuando empecé a beber. Puedo saber que al recibirme de bachiller tomamos champaña pero no puedo decir que esa primera vez marcó el inicio de mi adicción.
El punto es sólo eso, un punto, lo planta a uno en una posición fija, en cambio la franja es una sucesión de puntos posibles. Sostener el punto es mantenerse rígido e inflexible y también frágil como un ladrillo, la caña en cambio es flexible, se dobla pero no se quiebra.
Pasaron años antes de comprender y aceptar que el pensamiento único es rígido y que la agresión surge en consecuencia. El mejor ejemplo de intolerancia lo vemos hoy en el mundo, tanto de uno como de otro lado, escondiendo un pensamiento llamado fundamentalista debajo de tintes católicos o musulmanes.
¿Ese león enjaulado que despertaba en su casa después de cada borrachera era manso o agresivo?.
Le pregunté a mis hijos.
Capítulo 10
Algo anda mal.
Querido Papá:
Comencemos con las imágenes de la vieja casa de Argüello, con su galería de vidrios, dos moreras al lado de la bomba de agua y el Aljibe. Los rosales al costado de la entrada, el portón de alambre verde, que luego pintamos de blanco.
Las compras las traían en una bicicleta y se pagaba por mes. Hoy pienso que habrá sido una cifra importante, porque éramos muchos en casa y había un cierto descontrol en el consumo.
El living de la planta alta era gemelo del otro que había abajo. Desde la ventana veíamos el campito de enfrente, allí hicimos nuestra primera cancha de fútbol y fue el lugar donde probamos nuestros primeros barriletes, construidos con las precisas instrucciones que nos diste.
¡Qué importante era para ti, tensar bien el hilo para que la estructura de las medias cañas fueran iguales! Evidentemente, fue la primera vez que sentí realmente que tenía un conflicto contigo.
Mamá tenía una hermosa bicicleta de mujer con freno a varillas similar a la que hoy tengo yo, ahora caigo en la cuenta que se parecen bastante y quizás por eso la elegí.
Mis recuerdos van y vienen. En esta época, en que mis hermanos mojaban la cama, ustedes se levantaban a la madrugada para llevarlos a orinar. Yo me despertaba a veces por el jaleo y luego intentaba dormirme de nuevo, sobre todo porque ustedes se quedaban hablando largo rato en su habitación y si bien no entendía claramente cual era el tema que se hablaba, podía sentir por el tono de la conversación que algo andaba mal.
Ese baldío de al lado sirvió incluso para una gran fiesta que hicieron allí, de noche, iluminado con grandes lámparas de mercurio, había mucha gente y te soy sincero no recuerdo a nadie. Tengo la idea que era gente de Perkins donde trabajabas en aquel momento, había mucha bebida en esa fiesta, y es uno de los primeros recuerdo que tengo de ti bebiendo mucho.
Cuando una mañana me preguntó mamá si quería ir a la misma escuela donde habías ido tú, le dije que si. Unos meses después, comprendí qué era ir a la escuela. El cura L me llevó a la rastra al aula de primer grado y creo que nunca en todo el resto de mi vida, me sentí tan solo y tan desamparado como entonces, ni cuando hice el servicio militar y estuve bajo fuego sentí tanto miedo como ese día.
Sin embargo una vez que me adapté al colegio, hice buenos amigos y disfruté, aprendí mucho y sobre todo entendí que la sociedad funciona por las apariencias y no por la esencia de las cosas, por eso jamás expondría a mis hijos a una situación similar ya que el beneficio no siempre compensa el riesgo. En mi caso no me perjudicaron demasiado, pero con otros compañeros la cosa no fue igual, creo que a más de uno el Colegio La Salle les cagó la vida. El colegio me dio algunos amigos, no demasiados y sobre todo me hizo ver que yo era diferente al ganado que había allí dentro, hijos de gente rica, que no entendían nada del mundo. Esto se empezó a notar mucho más en la secundaria, donde se agudizaron las contradicciones entre lo que yo creía correcto y lo que ellos intentaban inculcarme.
Durante todos esos años la vida en nuestro hogar fue cambiando. Las discusiones entre vos y mamá eran cada vez más frecuentes, hubo muchas peleas y platos rotos, períodos en los que mamá se fue con nosotros a vivir a otro lado. Yo no comprendía bien que pasaba, tampoco sabía bien porqué estas cosas sucedían, pero sí recuerdo a tus amigos, que venían a casa con sus esposas y los conflictos que se creaban eran agravados por mucho y buen vino tinto.
Yo no puedo decir que percibía algún tipo de vicio en tu conducta, pero mirando en perspectiva creo que sí había una situación anormal aunque disimulada, por la presencia compinche de los amigos con los que pasabas tus buenos momentos. Eso creo, que eran buenos momentos, no sé que habrás sentido vos después de pasado el efecto eufórico. No sé cuál habrá sido la razón por la que necesitabas reunirte con ellos, pero no hay duda que te sentías mejor en su compañía que enfrentando tu realidad quizás adversa y plagada de obligaciones, culpas y pocas satisfacciones. Sea como haya sido, toda tu generación ha estado marcada por este síndrome, porque los otros, tus amigos, compartían esas reuniones para tener una "alegría" que escaseaba en sus vidas.
Quizás la realidad de la familia y sus necesidades insatisfechas eran una carga y a la vez generaban la culpa que resultaba difícil de llevar y manejar.
Comencemos con las imágenes de la vieja casa de Argüello, con su galería de vidrios, dos moreras al lado de la bomba de agua y el Aljibe. Los rosales al costado de la entrada, el portón de alambre verde, que luego pintamos de blanco.
Las compras las traían en una bicicleta y se pagaba por mes. Hoy pienso que habrá sido una cifra importante, porque éramos muchos en casa y había un cierto descontrol en el consumo.
El living de la planta alta era gemelo del otro que había abajo. Desde la ventana veíamos el campito de enfrente, allí hicimos nuestra primera cancha de fútbol y fue el lugar donde probamos nuestros primeros barriletes, construidos con las precisas instrucciones que nos diste.
¡Qué importante era para ti, tensar bien el hilo para que la estructura de las medias cañas fueran iguales! Evidentemente, fue la primera vez que sentí realmente que tenía un conflicto contigo.
Mamá tenía una hermosa bicicleta de mujer con freno a varillas similar a la que hoy tengo yo, ahora caigo en la cuenta que se parecen bastante y quizás por eso la elegí.
Mis recuerdos van y vienen. En esta época, en que mis hermanos mojaban la cama, ustedes se levantaban a la madrugada para llevarlos a orinar. Yo me despertaba a veces por el jaleo y luego intentaba dormirme de nuevo, sobre todo porque ustedes se quedaban hablando largo rato en su habitación y si bien no entendía claramente cual era el tema que se hablaba, podía sentir por el tono de la conversación que algo andaba mal.
Ese baldío de al lado sirvió incluso para una gran fiesta que hicieron allí, de noche, iluminado con grandes lámparas de mercurio, había mucha gente y te soy sincero no recuerdo a nadie. Tengo la idea que era gente de Perkins donde trabajabas en aquel momento, había mucha bebida en esa fiesta, y es uno de los primeros recuerdo que tengo de ti bebiendo mucho.
Cuando una mañana me preguntó mamá si quería ir a la misma escuela donde habías ido tú, le dije que si. Unos meses después, comprendí qué era ir a la escuela. El cura L me llevó a la rastra al aula de primer grado y creo que nunca en todo el resto de mi vida, me sentí tan solo y tan desamparado como entonces, ni cuando hice el servicio militar y estuve bajo fuego sentí tanto miedo como ese día.
Sin embargo una vez que me adapté al colegio, hice buenos amigos y disfruté, aprendí mucho y sobre todo entendí que la sociedad funciona por las apariencias y no por la esencia de las cosas, por eso jamás expondría a mis hijos a una situación similar ya que el beneficio no siempre compensa el riesgo. En mi caso no me perjudicaron demasiado, pero con otros compañeros la cosa no fue igual, creo que a más de uno el Colegio La Salle les cagó la vida. El colegio me dio algunos amigos, no demasiados y sobre todo me hizo ver que yo era diferente al ganado que había allí dentro, hijos de gente rica, que no entendían nada del mundo. Esto se empezó a notar mucho más en la secundaria, donde se agudizaron las contradicciones entre lo que yo creía correcto y lo que ellos intentaban inculcarme.
Durante todos esos años la vida en nuestro hogar fue cambiando. Las discusiones entre vos y mamá eran cada vez más frecuentes, hubo muchas peleas y platos rotos, períodos en los que mamá se fue con nosotros a vivir a otro lado. Yo no comprendía bien que pasaba, tampoco sabía bien porqué estas cosas sucedían, pero sí recuerdo a tus amigos, que venían a casa con sus esposas y los conflictos que se creaban eran agravados por mucho y buen vino tinto.
Yo no puedo decir que percibía algún tipo de vicio en tu conducta, pero mirando en perspectiva creo que sí había una situación anormal aunque disimulada, por la presencia compinche de los amigos con los que pasabas tus buenos momentos. Eso creo, que eran buenos momentos, no sé que habrás sentido vos después de pasado el efecto eufórico. No sé cuál habrá sido la razón por la que necesitabas reunirte con ellos, pero no hay duda que te sentías mejor en su compañía que enfrentando tu realidad quizás adversa y plagada de obligaciones, culpas y pocas satisfacciones. Sea como haya sido, toda tu generación ha estado marcada por este síndrome, porque los otros, tus amigos, compartían esas reuniones para tener una "alegría" que escaseaba en sus vidas.
Quizás la realidad de la familia y sus necesidades insatisfechas eran una carga y a la vez generaban la culpa que resultaba difícil de llevar y manejar.
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